
Me dirijo a ti, mujer, a esa esencia femenina que perdura, esa que se esconde a veces y de la que echas mano cuando ya no queda nada, cuando la piel, el cuerpo entero, te dice que le hagas caso. Te susurra o te grita, dependiendo de cómo estés, de cómo afrontes, de cómo sientas. Recuerda siempre que:
- Eres bella, única en tu imperfección, perfecta en tu unidad. Una entre millones de esas otras mujeres a las que admiras, aceptas y honras porque son parte de ese todo genuino que te reconcilia con el ser, que te sume en la alegría del compartir.
- Reclama tu lugar de amante. Crece y busca el acuerdo, el compromiso con tu pareja. Solo cuando pongas energía en escoger puntos de encuentro se dará la paradoja de la cercanía y aquello que aparentemente más os separa será lo que, en realidad, os mantiene juntos.
- Recupera esa clase de seducción natural que resulta fresca y espontánea. Observa a los niños, se miran al espejo y se quieren, colocan su manita en la cintura y se contonean sin vergüenza. Cuántas veces has mirado a un niño, a una niña, con ternura. No olvides que fuiste una y que te viste reflejada en unos ojos. Juega a seducir y déjate mirar. Quizás te sorprenda descubrir que lo que más escondes, te hace entrañable.
- Reclama tu sexualidad como un don, como un regalo de vida, como una posibilidad de disfrute que vaya más allá del placer. El goce no es solo físico, se nutre del cuerpo y germina después. Se convierte en fuente de sensaciones. Compártelas y se te devolverán acrecentadas.
- Respeta tu poder y ensalza el de las otras. Juntas podéis romper barreras. Cuando sepas exactamente dónde está tu fuerza ponla al servicio del otro y mientras la buscas, aliméntate, pon atención en lo que se te ofrece, alíate contigo misma. Llegará tu poder y cuando lo haga te encontrará preparada.
- Ocupa tu lugar de reina. Corónate. Nadie mejor que tú sabe lo que necesitas. Darle valor a lo tuyo es proclamar tu soberanía. La seguridad de conseguirlo te permitirá avanzar, madurar, mejorar.
- Acepta al hombre y acógelo tal como es. Se su reina, él será tu rey y desde vuestra posición tendréis la fuerza para buscar juntos lo común. Complementarse puede ser la mejor manera de tener una vida plena y satisfactoria.
- Permítete ser vulnerable. Muestra esa parte de ti que puede ser herida. Las palabras son sagradas cuando se dicen desde el corazón. Sacraliza lo que dices y abre la puerta a recibir lo que quieran darte, sin juicio y con agradecimiento.
- Suelta el uso manipulativo de la sexualidad. Forzar situaciones para conseguir tus deseos es ofensivo y te aleja de los demás. Prepárate para ser una buena pareja sin buscar que el otro sea la solución a tus problemas.
- Y lo más importante: “RÍNDENTE”. Qué quieres, ser feliz o tener razón, tú eliges.
Reseñas
Interpretación personal del Decálogo femenino que redactamos en un grupo de mujeres al que pertenezco y que dirige Leila Youssef.
Integrantes del grupo: Eva Fonseca, Eva Ortega, Esther Azorín, Rosa Alonso, Nelia Reyes y Julia Cobo.