Publicado el 27/05/2013 por Paulina Ramírez

Si bien la mayoría de las veces el único público de nuestra eterna actuación somos nosotros mismos, el gusto por mostrarnos y ser vistos comienza en la infancia. Desde niños la mirada de nuestros padres o cuidadores nos hace sentir seguros, queridos y tenidos en cuenta. El buscar la mirada de otros va más allá de un acto exhibicionista porque hasta las personas más tímidas, se sienten reconfortadas antes quien les "mira bien".
Ser vistos y escucharnos
Ya de adultos, cuando nos dejamos mirar por los demás, abrimos una puerta que guarda tras ella no solamente un contenido oculto para los otros, si no que también para nosotros mismos. ¡ Nos vemos ! Y es cuando la verdadera magia comienza, porque al abrir el telón conjugamos el maravilloso arte de ser espectador y protagonista al mismo tiempo.
Cuando nos mira un desconocido nos ponemos en guardia y activamos, cada cual los suyos, mecanismos que nos dan una supuesta información del mundo externo: ¿le gustaré?, ¿querrá pedirme algo?, ¿llevaré la cremallera abierta?, ¿le conoceré de algo? Cuando nos mira un ser querido es diferente la lectura que hacemos, ya tenemos un conocimiento y nos resulta familiar su mirada. En definitiva, el ser vistos por otros, nos pone en guardia y ese solo hecho nos contacta con una parte valiosísima: el escucharnos. Cuando vemos que nos miran, escuchar lo que sentimos con esa mirada nos sana.

Teatro para la vida
En la base de la Terapia Gestalt está la indagación. Nos exploramos en busca del bienestar interior y, para este fin, utilizamos una gran variedad de herramientas, entre ellas, las teatrales.
La propuesta es ir descubriendo cómo hemos construido nuestro personaje y sorprendernos, siendo escenario y platea, prólogo y epílogo, reverencia y aplauso. Sólo tenemos que conectar con esas ganas de ser vistos y de vernos, con esa curiosidad que privilegiamos cuando éramos niños y con las ganas de jugar a lo que sea, porque, a pesar de los años, nunca se nos quitan las ganas de jugar. Todo ello en un entorno seguro e íntimo en el que cada uno de los integrantes del grupo avanza en su travesía con el respeto y cuidado que precisa.
Reseña
Fernández M.L. y Montero I., (2012). El teatro como oportunidad. Un enfoque desde la Gestalt y otras corrientes humanistas. Barcelona: Rigden- Institut Gestalt.