Publicado el 23/01/2012 por Lola Alberola
Este verano estuve en un curso de Programación Neurolingüística, que impartió Vicens Olivé en Qualia. Fue muy fructífero para mi vida personal y profesional.
Una tarde, hablando de cómo cada uno hemos de enfocar la vida hacia lo que nos hace feliz y buscar los recursos para conseguirlo, se dijo una frase que me llamó la atención: “hay muchas formas de suicidarse”, porque ponía nombre a lo que hacen algunas personas cercanas a mí, e incluso yo misma, en algún momento de mi vida.

¿Cuándo te suicidas en vida?
> Cuando lo que vives no es lo que deseas.
> Cuando lo que escoges en tu vida te está produciendo daño.
> Cuando callas, o dices sí, por miedo a que te dañen.
> Cuando por conseguir amor, aprobación o reconocimiento de alguien querido, sacrificas tus propios deseos, haciendo lo que ellos quieren, por una dependencia emocional del otro.
> Cuando te dejas agredir físicamente o psicológicamente, manteniendo esa situación en nombre del deber, de creencias morales, o del amor.
Esto sucede en situaciones muy normalizadas por nuestra cultura religiosa. Quién no ha escuchado “hay que sacrificarse por el otro”. Una cosa es sacrificarse y otra escoger libremente un tiempo para dedicar a otro cuando hay una situación límite —por ejemplo, enfermedades, accidentes, crianza…— que no dura eternamente.
También tenemos creencias limitadoras que se pueden cambiar, como: “yo no podré con eso”, “eso siempre es así”, “yo soy así”, “es mi deber hacer eso”,... con las que nos impedimos hacer lo que realmente deseamos y la posibilidad de cambiar buscando ayuda para hacerlo.
Cuando no vivimos lo que verdaderamente necesitamos en nuestra vida, sino lo que desea otro, por un deber social, por ejemplo, el resultado podría llegar a ser la enfermedad tanto física como psicológica. Esto lo puedo ver diariamente en el trabajo y a lo largo de mi propia vida. Son muy características: la ansiedad, la depresión y las contracturas. Síntomas diversos que manifiestan interna y externamente nuestro malestar. Y, cualquier síntoma cuando lo trabajamos desde el enfoque de la Terapia Gestalt, tiene mucho que decirnos sobre cómo vivir mejor nuestra vida.
Un enfoque sano
La frase “amarás a los demás como a ti mismo” de nuestro patrimonio religioso, hace un enfoque sano de lo que ha de ser tomar tu vida y estar con el otro. Ya que cuando te tienes en cuenta a ti, estás viviendo tu vida y escoges lo que te hace bien. Y es desde ahí desde donde es posible también amar al otro.
Hay una oración de Fritz Perls en la que se refleja una actitud sana para todas las relaciones de nuestra vida:

¿Cómo podemos frenar nuestro suicidio cotidiano?
>Cogiendo las riendas de tu vida. Y, si no sabes, porque estas en una situación de bloqueo y confusión, pide la ayuda profesional que sea buena para acompañarte a descubrir quién eres, qué quieres para tu vida, cómo lo puedes hacer, con qué recursos cuentas y con quién quieres hacerlo.
> Aléjate de lo que te daña.
> Dirígete hacia aquello que te produce bienestar.
En ocasiones es difícil abandonar una situación dañina, porque lo bueno y malo va mezclado, como en el caso de chantajes emocionales fuertes en los que la persona poco a poco va dejando de ser ella para ser lo que el otro quiere a cambio de un beneficio o de que no le dañen. Por ejemplo: “si quieres esto tendrás que hacer lo esto otro…”, o también “si haces esto lo pagarás de este modo…”. Estas formas de chantaje, muy frecuentemente, suelen venir de las personas más queridas. Lo cual hace muy difícil decir no. En estos casos se requiere de un gran apoyo psicológico para salir de ahí, ya que se entran en estados depresivos, confusión total, disociación de sí, falta de autoestima y otras muchas diversas formas de malestar. Un verdadero suicidio en vida acerca del que es posible saber mucho más a través de la lectura del libro titulado “Chantaje emocional” escrito por Susan Forward.
Una forma de poder detectar dónde nos perdemos de nosotros mismos es escuchando lo que nos dice nuestro cuerpo: presión en el pecho, temblores, contracción del estómago o del vientre, sudores…
Los enfoques terapéuticos recomendables que trabajan de fondo las creencias dañinas incrustadas que nos limitan, experimentadas con sentimientos de culpa, que ayudan a conocerse y a buscar el bienestar, son: la Terapia Gestalt, la Programación Neurolingüística, el Coaching, la Bioenergética, las Constelaciones Familiares y otros enfoques psico-corporales, como el Movimiento Expresivo. Hay muchas más, cada uno ha de buscar aquella con la que se sienta mejor.
Lo que nos aporta vida y bienestar es tomar nuestro timón y saber a dónde nos dirigimos. Eso lo podemos conseguir por nosotros mismos o con apoyo cuando no podemos.
¡Siempre estamos a tiempo de aprender!
¿¿¿TE QUIERES SEGUIR SUICIDANDO O QUIERES VIVIR???
Referencias
Schnake A., (2008). Enfermedad, síntoma y carácter. Chile: Editorial Cuatro Vientos.
Forward S., (1998). Chantaje emocional. Barcelona: Editorial Martínez Roca.