Publicado el 03/02/2012 por Paulina Ramírez

En manos de "otros"
En la sociedad moderna las herramientas esenciales que nos componen como seres humanos han pasado a segundo plano. Han sido reemplazadas por máquinas o artilugios que nos convencen de lo que lo que sentimos aún antes de contestarnos a la pregunta ¿qué siento yo? En realidad, ya casi no nos hacemos dicha pregunta. Y es que, al preguntárnosla, nos recuperamos como seres vivos, nos prestamos atención. Al parecer, nos da miedo creer que somos capaces de intuir. Porque aquí no estamos hablando de magia sino de sensaciones, de percepciones, y estamos perfectamente equipados para oír, ver, tocar, oler y gustar. Nos hemos puesto en manos de la ciencia o de otro "más sabio" que yo, que dictamina quiénes somos, que adivina nuestros gustos y que nos dice para dónde queremos ir. El problema es que, de esta forma, desaparecemos como seres dotados de dicha sabiduría, porque quién mejor que yo para saber de mí. La información importante está en cada uno de nosotros, es cosa de preguntarnos y escucharnos.
Para ello es primordial prestarnos atención a cada momento y compartir lo que sentimos, de esta forma confrontamos nuestra percepción con la del otro y vemos si estamos en lo correcto.
El ensayo y error funciona desde tiempos inmemoriales y aquí no se trata de no fallar, sino que de explorar y aprender. Este ejercicio estimula al músculo de la autopercepción y éste alimenta nuestra intuición. Porque intuir no es predecir, sino que percibir lo que nos sucede y con ello abrimos una puerta a escuchar lo que posiblemente les sucede a los demás. Podemos equivocarnos, pero la puerta ya está abierta.
En terapia
En Terapia Gestalt hablamos de situaciones o “gestales” inconclusas cuando la vivencia de una necesidad - orgánica, emocional, espiritual, física o intelectual - no es escuchada. Al cabo del día, cada uno de nosotros, tenemos un buen número de ellas sin satisfacer y, de tanto no escuchar, nos volvemos sordos al entorno y a nosotros mismos. Terminamos sin saber lo que necesitamos y de ser incapaces de reconocer al otro porque en cuanto dejamos de escucharnos, dejamos de oír al otro. Perdemos el contacto y nos contamos el cuento de que lo mejor es vivir así. Tal como dice Nana Schnake, no queremos recordar que alguna vez esa necesidad la escuchábamos sobre todas las demás. Al parecer “tenernos tan cerca” es peligroso, pero esto es imprescindible para mantener el auto-contacto y estar en relación con los demás. Estar atentos es una cosa que olvidamos a medida que nos sociabilizamos, pero que forma parte nuestra. Y si olvidamos esto, desoímos también a nuestra intuición.

La terapia gestalt insiste en recuperarnos a nosotros mismos, en identificar las partes alienadas de nuestro ser y en trabajar por darnos cuenta de nuestras situaciones inconclusas. El “tenernos cerca” no es tan peligroso como pensamos, es más bien un acto compasivo de celebrar la vuelta a casa del “hijo pródigo”, que es , ni más ni menos, la parte de nosotros mismos que no escuchamos. Al hacerlo restituimos el equilibrio organísmico que nos constituye y esto se ve reflejado en nuestra salud emocional y física.
La intuición vive en nosotros
Cuando la intuición no es alimentada se vuelve una herramienta escuálida y errática y esto refuerza el hecho de que no es útil para nuestra vida, pero dicha inutilidad es producto de lo mal alimentada que la tenemos y de la poca concentración que prestamos a nuestra vida. Así, se cierra el círculo sobre nosotros mismos, como pez que se muerde la cola.
Pero escuálida o no, la intuición vive en todos y es cosa de explorarnos un poco para encontrarla, para reconciliarnos con ella y para tomar la vida en nuestras manos. La respuesta a la pregunta ¿qué siento o quiero yo?, no está, ni mucho menos, tan escondida como creemos y dependerá de la atención que nos prestemos. Por lo general, este sentir o este querer, está relacionado con el mundo que nos rodea y con otras personas y es aquí donde, si somos capaces de alimentar nuestra intuición, construimos una verdadera comunicación con los demás.
El comunicarnos es nuestra mayor herramienta y de ella se nutre todo lo que somos. Tenemos cinco maravillosos sentidos para hacerlo y a la intuición como la madre amorosa de ellos.
La canción la Loba de Eduardo Gatti, resume en parte lo que quiero decir en este blog. Dice así:

Reseñas
Brizendine L., (2007). El cerebro Femenino. Barcelona: RBA libros.
Pinkola C., (2000). Vasalisa. Mujeres que corren con lobos. Madrid: Suma de letras.
Schnake, A. (2007). Enfermedad, síntoma y carácter. Diálogos gestálticos con el cuerpo. Santiago:Cuatro Vientos.