Publicado el 01/10/2014 por Vicente J. Martínez
“El alma respira entre brotes de bipolaridad”.
Anónimo.
Comenzamos a vivir y nos agarramos a la vida con una primera inspiración y la dejamos ir con la última espiración. Si nos ceñimos al momento presente, al Aquí y Ahora, con la inspiración cogemos el momento, y con la espiración lo dejamos ir, en otras palabras, cogemos la vida… la dejamos ir, Dios entra… Dios sale. Tan ligada está la respiración a la vida, que cada vez que dejamos de respirar comenzamos a morir, es más, si no hubiéramos respirado desde que comenzamos a leer este post, daríamos todo lo que tenemos por una nueva inspiración, así de inmediato.
Resulta llamativo lo desapercibido de todo esto siendo tan vital. No digo que acá en Occidente no se le dé la importancia que merece, sí digo que el grueso de conocimientos sobre la respiración giran en torno a la fisiología, a la anatomía, a los procesos metabólicos, etc. etc. hay una perspectiva más médica, científica, importante también. Se obvia el aspecto más espiritual, más del alma, del tener que respirar para no morir, etc. de todo esto se encargan en Oriente, quienes desde tradiciones milenarias vienen desarrollando toda una experiencia de vida en torno a la respiración. Nosotros ponemos el cuerpo y ellos el alma.
Anatomía Emocional de la Respiración
“Respirar es la experiencia visible de una acción continua que
realizamos para permanecer unidos a la vida del planeta”.
Stanley Keleman.
Tanto el tubo digestivo como el respiratorio comparten mismas zona en sus comienzos, y ambos discurren de modo paralelo durante gran parte de sus recorridos. Los alimentos y el oxígeno entran por el mismo lugar para tomar direcciones diferentes ya en la tráquea y en el esófago. Así pues, existen modus operandis similares, el oxígeno es transferido a la sangre en los pulmones y los alimentos en los intestinos. De hecho, si la musculatura de la zona está lejos de su tono vital, afectará por igual a ambos sistemas.
Es obvio que respiramos de modo automático durante casi la totalidad del día, pero también sabemos que podemos interferir voluntariamente sobre la respiración. Un compendio de nervios cuyo origen se sitúa en el córtex lo permiten. El automático es posible por el Nervio Vago, que inerva simultáneamente el corazón, el diafragma, los intestinos y los pulmones. A grosso modo, si hay oxígeno hay combustión, y si hay combustión hay energía, energía vital y con ella lo espiritual, la experiencia de vivir y estar en unos mismo. Es gracias a esta estructura y fisiología que el cerebro, el corazón y la respiración estén conectados.
Respecto a la respiración voluntaria, esta es posible tanto por los nervios frénicos como por los raquídeos, que como decía más arriba tienen su origen en el córtex, los primeros inervan el diafragma y los segundos la musculatura torácica. Un adecuado entrenamiento de esta voluntariedad permite entrar en estados alterados de conciencia como en la respiración Holotrópica, y en estados meditativos profundos. Dependiendo de las técnicas de respiración, se puede favorecer la descarga de sustancias químicas de la musculatura al torrente sanguíneo, las cuales al llegar al cerebro pueden evocar recuerdos y experiencias previas que no han sido elaboradas a un nivel consciente. Un incremento de Oxígeno en sangre implica una inundación de sensaciones, y un incremento de CO2 la inhibición de las mismas.
Esta voluntariedad, o este mismo compendio de nervios, también pueden influir sobre las emociones, estimulándolas o inhibiéndolas. De hecho, la respiración es de las primeras funciones vitales que se ven alteradas ante conflictos emocionales, desarrollando patrones de respiración que o bien las inhibe o bien tiende a fomentarlas. Ejemplo, un niño que crezca en un ambiente familiar hostil, desarrollará un patrón de respiración diferente a otro que crezca en un ambiente próspero. Y tiene sentido… si no hay oxígeno, no hay combustión, tampoco energía como decía, y lo que está de experimentar no es posible, queda en estado latente.

Respiración y Espíritu
“El aliento es la clave del misterio de la vida, tanto la del cuerpo
como la del espíritu”
Lama Anagarika Govinda.
Espirar, en la espiración se deja salir lo tóxico, las tensiones y cualquier aferramiento al momento, al estado mental y/o emocional, posteriormente se abre una pausa, un intervalo natural donde se disuelven los aferramientos y surge el hambre de oxígeno, para dar paso a la inspiración, y otra vez cogemos la vida, el momento, para seguidamente dar paso de nuevo la espiración. En la Doctrina Tibetana se nos anima a reposar en el intervalo natural, en esa pausa y espacio abierto de disolución, y no dar tanta importancia a la inspiración venidera. Es en esa pausa donde reposa el alma y es en una respiración plena donde existen las mayores garantías de la autorregulación organísmica.
Si observamos cada una de las fases y respetamos el tiempo que ocupa cada una de ellas, nos daremos cuenta que encontramos un ritmo, una pausa los cuales nos van a dar el compás del momento presente. Imagínense una canción donde de un modo aleatorio se va cambiado el compás, la sensación que resultará al escucharla será de locura. Algo así nos ocurre cuando ponemos el automático y no ponemos consciencia en la respiración, dejándonos llevar por la película en cartelera de la mente.
La mente sigue el patrón respiratorio del momento, si éste es rápido, superficial y entrecortado entraremos en estrés y en confusión. Si por el contrario es lento y profundo, encontraremos calma, claridad, tranquilidad, y desde aquí será más fácil estar en contacto con uno mismo, con la propia intuición, con ese hilo sutil que nos lleva al hogar tan íntimo que cada uno conoce de sí.
Respiración y Olfato
“En lo visible no está la única verdad, tampoco es toda la verdad;
se debe profundizar en lo invisible con la ayuda de lo visible”
Marc Chagall.
Una de las funciones sensoriales asociadas a la respiración es el olfato. Este es un sentido muy poderoso en el reino animal y también en nosotros. Reaccionamos fuertemente ante determinados olores como alimentos en mal estado, como un modo de garantizar nuestra supervivencia, y nos sentimos fuertemente atraídos por otros. Aunque no siempre su influencia llega a ser consciente, el olfato está involucrado en muchas de las decisiones importantes en nuestra vida como es la elección de pareja, o el sentirnos más excitados cuando la pareja está en periodo de ovulación.
Determinados olores, que por lo general nos inundan por sorpresa, son potentes evocadores de experiencias pasadas llegando a trasportarnos a la vivencia en cuestión de un modo inmediato e impactante. Así mismo, el olfato posee un importante componente intuitivo, algunos dichos populares como; esto no me huele bien, me olía que algo iba a ocurrir, etc. etc. dan cuenta de esto. Resulta sorprendente, al hilo de lo que venimos comentando, como el olfato complementa, enriquece y potencia la experiencia de contacto con uno mismo sirviéndose de la respiración.
Personas con anosmia, es decir, pérdida total del olfato, tienden a desarrollar cuadros depresivos a veces con ideaciones suicidas. Pierden el apetito casi por completo y la vida se les vuelve insípida, de algún modo pierden el contacto con la vida, del mismo modo que con una respiración pobre.
Reseñas
Keleman, S., (1999). Anatomía emocional. La estructura de la experiencia somática. Bilbao: Desclée De Brouwer.
Rimponché, S., (2006). El libro tibetano de la vida y de la muerte. Barcelona: Ediciones Urano S.L.
Minett, G., (1994). Respiración y Espíritu. Rosario: Eleven, Biblioteca del nuevo tiempo.