
Un muy buen hombre me dijo, si quieres ser Psicólogo tienes que hacer un curso de Terapia Gestalt. Con tanta convicción me lo transmitió y tan perdido me encontraba, en aquella época, que me puse manos a la obra.
Mi primera sorpresa fue al descubrir que se trataba de un curso de tres años y la temática de los contenidos que se trabajarían en él.
Mi segunda sorpresa fue ver que no tenía que tomar apuntes, ni estudiar, ni tampoco habría exámenes. ¡Ni pupitres, ni pizarra!
Mi tercera sorpresa fue ver que se trataba de mí, de mi vida, de mis dificultades y de otras tantas cosas de las que no quería saber y que tanto me atormentaban.
Mi cuarta sorpresa fue ver a los psicoterapeutas trabajar, ver el proceso terapéutico en vivo, algo que en la carrera eché de menos.
Y un regalo, las amistades que pude forjar en mi grupo, personas a las que tanto quiero y en las que tanto me apoyo.
En definitiva, ¡una bendición!
Gracias Manuel.